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Ya no hay duda; hoy el comercio electrónico forma parte del día a día de la mayoría de la población. Las facilidades y costos más bajos que ofrece el medio digital versus el medio físico son más que evidentes motivando un cambio en el comportamiento de compra del consumidor. En esta misma línea y debido a la transición digital, es evidente que el número de envíos se haya visto incrementado y no sólo en cantidad sino también en calidad.

Los tiempos cambian y nuestra cultura de envío también: mientras que tiempo atrás el proceso se reducía en ir a la oficina más próxima a dejar o recoger el paquete, sin tener la certeza de cuándo llegará, ahora se espera al mensajero en casa, a través de una app se hace el seguimiento del paquete en todo momento todas las fases del envío hasta que este llega a su destinatario, un proceso totalmente seguro, automatizado y rápido. El consumidor, ante el auge de las compras online, se está volviendo más exigente en cuanto al valor añadido en sus compras. Esta necesidad o preocupación viene dada por el aumento de la experiencia del consumidor. A medida que el usuario hace más uso del ecommerce, más experto se vuelve, escogiendo sus envíos y servicios adicionales con más criterio.

Desde la perspectiva empresarial, la digitalización de las compras ha ocasionado una gran competitividad en casi todos los mercados. Hasta hace poco se compraba físicamente y por proximidad, en la actualidad existen infinidad de opciones: e-commerce locales, marketplaces, dropshipping, economía colaborativa, subastas online etc… saturando el mercado y ofreciendo, en muchos casos, los mismos productos a un precio similar (o el mismo). Es entonces cuando el usuario se basa en el valor añadido para tomar una decisión.

Por ende, las empresas utilizan diferentes estrategias para intentar convencer a su cliente potencial: repercutir el envío en el precio final, programas de fidelización, envíos express fijando un precio inicial más bajo... Estas estrategias buscan maquillar la oferta para intentar diferenciarse del resto, pero será el valor añadido lo que realmente marcará la diferencia; el valor añadido es el as en la manga, es lo que mueve al cliente si comprar o no y lo que es más importante, si fidelizará o no, porque después de todo, el usuario busca comodidad y tranquilidad en todo el proceso de compra.

Por último, se debe aclarar que por valor añadido se entiende como todo lo que envuelve la compra de un producto: la rapidez del servicio, el servicio de atención al cliente, la garantía de devolución, el embalaje y protección del paquete…

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